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Los efectos de la automatización

KBITS: Ciencia y Tecnología

Los efectos de la automatización

Por Federico Cirett

En el filme de ciencia ficción Metropolis de 1927, situado en el lejano 2026, aparecen por primera vez máquinas humanoides que hacían labores tediosas, los llamados robotas o robots por Karel  y Josef Capec. La película exponía una historia de amor mezclada con una revuelta de trabajadores que vivían en condiciones infrahumanas, pues los robots los dejaban sin trabajo.

La cinta no fue muy bien recibida en aquel entonces, pues tenía tintes socialistas y comunistas, mientras Alemania, el país donde se filmó, estaba viviendo una ola nacionalista. Además, aún cuando el primer robot industrial apareció 10 años más adelante, en 1937, no es hasta 1954 que se empieza a utilizar un mecanismo autómata para ayudar en las líneas de producción, llegando a la década de los 70’s, cuando se inició la soldadura del chasis de autos y el pintado de los mismos con brazos robóticos. Nadie reclamó los trabajos perdidos por la inclusión de éstas máquinas en los procesos de ensamblado, pues tanto el soldar como pintar eran labores de alto riesgo para los trabajadores.

Sin embargo, las líneas de producción de dispositivos tecnológicos se han ido automatizando en las últimas 3 décadas y poco a poco se ha disminuido el requerimiento de mano de obra. Una persona en un puesto, 5 en otra estación de trabajo, 2 por allá y así. Esto no ha producido un efecto negativo en las economías porque las posiciones perdidas en el sector industrial han sido recuperadas en el sector servicios.

Pero con el resurgimiento de la Inteligencia Artificial a finales de los 90s y la creación de robots (humanoides y de todo tipo) cada vez más sofisticados en estos últimos 15 años, de repente el equilibrio laboral alcanzado se ve amenazado. Para muestra, varios botones: Amazon, la compañía de venta de productos en línea está implementando bodegas con el mínimo de gente, pues robots rodantes surten los inventarios y recuperan los productos a enviar. Actualmente Amazon tiene dos proyectos pilotos que implican el mínimo de gente en sus procesos: Uno para entregar pedidos por medio de drones automáticos y otro para agilizar las visitas al súper al no contar con cajas, donde los clientes comprueban que su suscripción es válida al entrar frente a una máquina, surten su carrito, las agregan a sus bolsas y salen de la tienda sin interactuar con empleados.

Alphabet, la compañía dueña de Google, está vendiendo su división de robots Boston Dynamics, la cual cuenta con robots cuadrúpedos y bípedos, los cuales originalmente fueron desarrollados para la milicia, pero hace poco demostraron que sus creaciones pueden ayudar en casa. Al ser desplegados en una flotilla, estos robots pueden aprender independientemente a realizar tareas y compartir ese conocimiento con todos sus clones, lo que los hace sumamente atractivos para ocupar una línea de producción. Además, no necesitan tomar pausas para descansar, ir al baño o comer (tal vez a recargar la batería) o ir a dormir a casa o tomarse un día o dos por enfermedad o por “puente”. Y sobre todo, se paga de entrada un costo alto por el robot, pero luego no hay que pagar sueldos, vacaciones, prestaciones y aguinaldos.

Uber, Lyft, Tesla y Waymo, todas empresas que desarrollan autos autónomos, están en una carrera frenética por lanzar la primer flota comercial de autos que se conducen solos, que presten el servicio de transporte privado sin necesidad de chofer. Imaginen, si hoy en día tenemos problemas sociales porque los taxistas tradicionales reclaman a Uber y a Lyft porque les han robado el trabajo, ¿qué sucederá cuando podamos llamar desde nuestro Smartphone un auto autónomo a un precio irrisorio porque no hay necesidad de pagar al conductor? Y si podemos llamar autos en cualquier momento, ¿para qué comprar un carro? ¿qué sucederá con las armadoras de autos que no vendan autos autónomos?

El afamado escritor H.G. Wells escribió en el New York Times una mordaz crítica de Metropolis en 1927 donde dice que “hay una casta de super-ricos y otra de trabajadores que laboran 10 horas al día en ocupaciones serviles como esclavos. Los ricos tienen fábricas que son operadas por robots, y con esto generan riqueza, ¿cómo? No lo dicen. Los trabajadores no tienen ingresos para comprar lo que producen las fábricas y los ricos no comprarían esos autos. Hasta la clase media contemporánea quiere algo de personalidad en sus autos. A lo mejor los ricos ensamblan los autos para divertirse.”.

Como se puede ver, H.G. Wells ya había encontrado una objeción al modelo de automatización de la producción incluso antes de que dieran los primeros pasos. Ahora, ya estamos en la antesala de una clase trabajadora desplazada por robots ultra-flexibles. ¿Quién comprará los bienes producidos por las fábricas robotizadas?,¿Qué podemos hacer?.

Bueno, por un lado, es necesaria gente con mayor educación universitaria para programar y darle mantenimiento a los robots, así que la sociedad en general sale ganando con estos avances. Parte de los trabajos perdidos en la industria pueden recuperarse y generar mejores condiciones de vida para los que quieran laborar en este campo.

Por otro lado, necesitamos más gente dedicada a las artes y al deporte, y esta es una buena oportunidad para dirigirlas hacia estos giros. Nuestra cultura no puede sobrevivir si todos nos dedicamos a trabajos técnicos. Necesitamos poemas, canciones, películas, juegos, diversión y esto solo se puede dar si hay gente que se dedica a ello.

Una solución puede ser el Salario Básico Universal, es decir, que se le pague una mensualidad mínima a todo aquel mayor de edad que le permita vivir y comprar los bienes producidos automatizadamente. El dinero saldría de los impuestos a las empresas y contribuyentes con mayores ingresos. Esto ayudaría a que las empresas puedan seguir a flote al existir alguien que compre sus productos y evitaría un escenario similar al de la serie “The Walking Dead”.

Otra solución, a propuesta de Bill Gates, co-fundador de Microsoft, es ponerles impuestos a cada robot que se incluya en las líneas de fabricación. Al incluir robots en sus filas, las empresas eliminan puestos de trabajo, y con ello, dejan de pagar impuestos. Entonces, no se estaría tasando injustamente a las empresas, simplemente el Estado estaría recuperando la recaudación perdida por la automatización. Y Gates va un paso más adelante: Sugiere utilizar ese dinero recabado para pagar nuevos trabajos, como el asistir a las personas de la tercera edad y a enfermos. Los países avanzados como Estados Unidos y México tienen una tasa de natalidad de alrededor de 1.4%, esto quiere decir que habremos más viejitos que jóvenes en un futuro y no habrá quién nos cuide. Con esta propuesta, se garantiza un empleo para los desplazados por la automatización y un servicio a los que alcancemos la tercera edad.

Estos son los problemas que tenemos que empezar a discutir y legislar, antes de que nos alcance el futuro.

 

Federico Cirett Galán

Doctor en Ciencias Computacionales por la Universidad de Arizona

Profesor-Investigador de la Universidad de Sonora

Departamento de Ingeniería Industrial

@fd_x, www.k-bits.com

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