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Constitución moral no, política transversal, sí

 

 

 

 

05/Septiembre/2018

Columna Andanzas

Por Marcela Alvarado

Constitución moral no, política transversal, sí

Para que no se reduzca a un mero catálogo de buenas intenciones y se quede a nivel de unos cuantos titulares de prensa al destacar el cumplimiento de una promesa de campaña, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador debería reconsiderar el proyecto de una constitución moral e ir más allá, porque lo que se necesita es un cambio cultural profundo en la sociedad mexicana.

Se debe pensar en un proyecto de corte transversal y ¿por qué no, integrarlo al Plan Nacional de Desarrollo, como parte de la política pública de educación? Ya que se contempla dar reversa o cambiar al menos parte de la famosa “reforma educativa” de Enrique Peña Nieto, de una vez que se integre como parte del todo.

Qué caso tiene gastar recursos públicos en foros de consulta para una constitución moral y otros foros para una nueva reforma educativa, si se pueden congregar propuestas para ambos casos, ambos de relevancia para México.

Como en el modelo de análisis de política pública de William Dunn, hay que partir de identificar el problema, estructurarlo y después ponerlo en la agenda para la deliberación pública que lleve a los tomadores de decisiones a la formulación de la política, a la adopción, la implementación y la evaluación.

Aquí se están brincando algunos pasos, seguramente bajo la consideración de que ya es del dominio público que hay un resquebrajamiento del tejido social, por la existencia de hogares con violencia familiar, en los que no se inculcan valores, lo que junto a empleos mal pagados y corrupción en los gobiernos ha derivado en el surgimiento de ciudadanos sin escrúpulos y que incumplen con sus obligaciones en todo sentido.

El presidente electo ha dicho que su propuesta es inspirada en la “Cartilla moral” del intelectual Alfonso Reyes, que fue un ensayo que escribió en 1944 a iniciativa del entonces secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, que tenía como objetivo la alfabetización en México partiendo del respeto a la persona en cuerpo y alma; a la familia; a la sociedad humana; a la patria; a la especie humana y a la naturaleza.

Sin embargo, tiene que ser muy cuidadoso en el discurso y dejar de hacer alusiones religiosas como ya lo ha hecho, para no auto sabotearse. México es un Estado laico.

El ex alcalde de Bogotá, Colombia, Antanas Mockus promovió un programa de cultura ciudadana que tuvo éxito limitado, pero bien podría evaluarse y considerar algunos de sus preceptos, como el de que nuestros actos están regidos por tres sistemas reguladores: el legal, el moral y el cultural. Este y otros ejemplos valen la pena como punto de partida.

Lo que López Obrador necesita promover es un cambio cultural de raíz, apoyado en una política educativa que fomente desde preescolar hasta nivel profesional el amor fraternal, en las familias, en las parejas, el respeto a la diversidad sexual, el amor a la patria, a los animales, al medio ambiente, el amor a la rectitud, a la integridad como personas. Y sumar a todos los sectores de la sociedad, público, privado y social.

Si paralelamente a esto se viera que el gobierno en todos sus niveles prestara servicios públicos de calidad, si los empresarios comenzaran a pagar sueldos dignos y no de miseria, si el sistema de impartición de justicia realmente castigara la corrupción y la comisión de cualquier otro delito, estaríamos del otro lado y se habrá avanzado, ahí sí, al cambio verdadero prometido.

Hasta el próximo miércoles.

Maestra en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas por El Colegio de Sonora y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora.

Twitter: @AlvaradoVMarce

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