Todo parecía indicar que en la mañanera el presidente Andrés Manuel López Obrador por fin reconocería su incapacidad para resolver el problema de la violencia y la inseguridad en el país, al aceptar que se rompió el récord de asesinatos en lo que va de su sexenio. Pero nanay, tan rápido como aceptó las cifras de inmediato le echó la culpa a los de atrás, llegando hasta el presidente Ernesto Zedillo. Que fue la herencia que le dejaron. Mire nomás, cuando menos hubiera parado la ola de crímenes. Y no faltara quien le crea estas justificaciones.