Las corcholatas presidenciales acaban de tomar una buena ventaja contra la oposición, porque salen con mucho tiempo en la carrera política al poner las reglas para escoger candidato. Mientras los aspirantes oficialistas toman ventaja, los opositores siguen durmiendo la siesta como si fueran adelante en las encuestas. Están como la tortuga y la liebre. Solo que en este caso, la liebre se puso viva y no se va a dormir.