Corren Rumores
Hilario Olea
LLEGAMOS AL SONORENSE…En 1975 llegamos por primera vez a la redacción de El Sonorense y aquello fue amor a primera vista. El impacto de ver una sala llena de reporteros. Talleres con operadores trabajando dentro de un desorden muy organizado. Como se imaginarán, llegamos todos atarantados. Habíamos sido invitados por amigos para ocupar una plaza de aprendiz, plazas que siempre estaban desocupadas porque no había pago. Eso si, mucha friega, pero nada de nómina hasta que te ubicaras en un puesto, ya sea redacción o taller. Ahí estuvimos unos días de mirón, hasta que alguien se compadeció y nos presentó con el subdirector Francisco Hernández Torres, quien de un solo vistazo nos ubicó. La recepción nos mostró lo que nos esperaba. Desde su escritorio que era la antesala de la poderosa dirección general donde estaba Enguerrando Tapia, Pancho nos dijo ¿De modo que quieres ser periodista? Con orgullo le contestamos, claro. Orale pues, nos dijo. Pues ya tienes tu primera tarea. Se imaginan la alegría, acaba de llegar y ya tenía mi primera tarea. ¿ Que hay que hacer? Sacó un billete y me dijo, ya sin voltear a verme, toma, tráeme una soda del changarro. Y apurate.
EL MEJOR OFICIO DEL MUNDO…A lo macho nunca pasó por mi mente el que algún día podría convertirme en periodista. Cuando se lo comenté a mi padre, a su vez se lo comentó a su gran amigo Rubén Parodi ( con quien más tarde tendríamos también una gran amistad), quien me mandó mi primer libro de periodismo y el consejo, mejor cambia de profesión si no quieres morirte de hambre. Pero ya era demasiado tarde. El mundo del periodismo en una sala de redacción ya me había envenenado o seducido. Todo era nuevo y todo era increíble. Los días nunca son iguales en el periodismo, por lo mismo, llegar a la redacción siempre era encontrarse con algo nuevo. Ver el trabajo de los periodistas veteranos era increíble. Luego, aunque fuéramos aprendices, terminar la jornada con una cervezas por fuera del edificio del periódico y más tarde en el último show del cabaret Lucila en la Zona de Tolerancia. Ahí se daban cita la mayoría de los periodistas locales.
DESDE ABAJO…En el viejo periodismo se empezaba desde abajo. Primero, de mandadero. Luego ir a limpiar las notas de teletipos. Recibir llamadas de los corresponsales. Si tenías buena ortografía pasabas a corrector. Después, ayudante de los reporteros mientras aprendes a redactar. Cuando ya le das más o menos a la máquina de escribir, pasas a la policiaca para aprender a reportear.. Luego a deportes para aprender a editar y diseñar. Y ya maduro, a la información general o reportero de primera plana. Esto no era en automático y obligaba a mucha friega. Además de ubicarte en lo que realmente eras. Esto me lo dejó claro Pancho Hernández, quien en alguna ocasión le llevé un recado de un corresponsal que sugería algo sobre una nota…Pancho, dejó lo que estaba haciendo, me miró sobre sus lentes de fondo de botella y le dijo: Mira, que te quede claro, los aprendices y los corresponsales son punto menos que perro. Me dejó frío, pero después supe que era la forma de bromear de Pancho, quien a la postre se convirtió en gran amigo y mejor maestro.
CON TODA LA MANO… Una de las primeras cosas que aprendí al llegar a la redacción de El Sonorense fue a saber usar la máquina de escribir. La mayoría de los reporteros escribían con dos dedos. Usaban los índices y no más. Una vez me vio tecleando uno de los veteranos del periódico, César Vallejo, y me dijo: Mira chamaco, más vale que aprendas a escribir con toda la mano, porque si se me friega el dedo me quedo sin chamba. Resulta que el Viejo Vallejo, escribía con una mano y un solo dedo. Así, con estos supuestos limitantes, un día de Semana Santa el solo redacto 42 notas. Vallejo sin duda ha sido el mejor reportero policiaco de Sonora y fue además de maestro, un gran amigo. En fin, muchos nombres de grandes amigos, que se quedan en el tintero, porque no me alcanzaría. De todos aprendimos y a todos aprendimos a respetar y querer. Unos se nos fueron, otros no se quieren ir. Que chulada de vida.
PASA EL TIEMPO…Debo reconocer que el tiempo ha pasado rápido. Y después de 48 años en este oficio del periodismo, nos sigue emocionando igual. Para que decir todo el camino recorrido. Lo único que podemos comentar es que hemos tenido la gran suerte de vivir todas las etapas del periodismo. Desde el uso de litografía de metal, la fotomecánica, la llegada de las computadoras, y ahora el mundo digital. Pero el periodismo sigue siendo lo mismo. Más que oficio, es una profesión y una vocación. Y lo más importante, por mucho que avance la tecnología, hay que recordar lo que el excelente publicista Gustavo Romero Carpena plasmó en una campaña para el Sonorense, “el periodismo lo hacen los hombre, no las máquinas”.
BUENAS NOTICIAS…Para los que preguntan por a salud del maestro Francisco Javier Ruiz Quirrín nos da gusto reportarles que salió bien de la intervención quirúrgica y por ello vamos a tener Quirrín para largo. Desde mañana ya puede recibir visitas en el CIMA. Excelente noticia.
En fin, por eso recuerden lo que decía don Folongo López, no la pases por el centro, porque te la van a batear. Sale.
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