El presidente Andrés Manuel López Obrador muestra su enorme nerviosismo por el crecimiento de las figuras de la oposición. Lleva una semana seguida de estar atacando a Xóchitl Gálvez y lo único que ha conseguido es que suba y suba en las encuestas. Trata de denigrarla burlándose de su origen. Intenta descalificarla por su forma de hablar. Pero todo le está saliendo al revés. Se olvida que su credibilidad no es la misma y está cayendo en el síndrome de la botellita de jerez.
